lunes, 24 de septiembre de 2012

Sobre una Blancanieves torera y olé!


Tengo que reconocer que me sigue gustando el momento en que empiezan a poner las vallas y la alfombra roja que marcan las contracciones del parto del Zinemaldi,  pero en cuanto se me llena la Zurriola de gafapastastosos con la acreditación al cuello como perrillos felices en día de domingo se me desinfla el instinto cinematográfico y por alguna razón se me torna en asesino.
Debo estar haciéndome mayor y de paso cargándome de manías raras. 
Ya hace mucho que solo elijo una peli por día y voy mermando cada año, éste, solo compro siguiendo mi olfato animal el mismo día, si quedan en horas intempestivas a poder ser, cuando la explosión ciudadana de "tenemos que ver lo que echen sí o sí" ya se ha retirado a sus aposentos. En su favor hay que decir que la respuesta de los ñoñostiarras es proverbial y todas las sesiones se acaban llenando a medida de que los gurús sentencian a favor o en contra de tal o cual película.
Ayer domingo me eché al coleto una cola infernal en medio del vendaval por Blancanieves, super bien posicionada en el ranking google por encima de Walt Disney, lo que son las cosas...

 

La cosa es que a mí la fiesta no me gusta, así que las escenas de plaza de toros, se me hicieron eternas, pero me gustó el ejercicio estético, elegante, lujoso y el giro inesperado aunque algo estrafalario de la alegoría de Bergen que va de la oda al toreo a la oda a Tod Browning con cierto toques del culebrón de Ubrique. 
Vamos de oda en oda y tiro por que me toca.
Claro que la Blancanieves torera de Bergen  está muy bien, sobre todo para estampársela en los morros a los premiadísimos The Artist y que la madrastra mala, malísima versión "Sálvame de luxe" en los años 20 está bordada finamente por una Maribel Verdú disfrutando como una loca (no me extraña, el personaje es un bombón irresistible para cualquier cuarentona) El reparto brilla, hasta que nuestra heroína Blancanieves crece y le crece una sonrisa llenita de dientes que nos enseña sin parar a pesar de que su perra vida que es como para no parar de llorar a moco tendido.
Yo pensaba (eso me pasa por pensar) que al ser una alegoría Bergen nos iba a brindar una Blancanieves vengadora de todo el dolor que le han causado ya que le pone un estoque en la mano, pero no, se conforma con ser mujer torera y hasta muerde la manzana envenenada y se me queda llorando en el atáud sin querer despertar. 
Lo que si debo agradecer al director, eso sí, que el príncipe azul se abstuviera de salir a escena.



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