Trini Gallego, genio y figura

Trini en Madrid, 1936

Te conocí en una charla en la Boinmaison, cuando las Dones del 36, creo que a principios del 2000. Estabais todas; Manola, María, Enriqueta, Conxa... en plena actividad a pesar de los años y los achaques y en seguida llamé a Josefina Piquet para que me pusiera en contacto contigo.  "Quiero conocer a esa mujer tan guapa" le dije y a Josefina le hizo mucha gracia, lo de guapa. 

Pero es que tú eres muy guapa!

Es verdad que fui amando y venerando a todas y cada una de las Donas del 36 a medida que fuimos coincidiendo, encontrándonos,  conociendo sus vidas y colaborando en proyectos, pero lo mío contigo Trini, fue un amor a primera vista. Tu energía arrolladora, vivaz, incansable, alegre,  es coraje de vivir contagioso.

Cuando te conocí, ya eras más vieja que Matusalén,  con el rostro surcado de cien mil arrugas profundas, las manos descarnadas,  los dedos como sarmientos. Aferrada al bastón y  a la vida con determinación.

Vivías en un ático lleno de plantas en Nou Barris, tenías un gato que se paseaba por los tejados y se llamaba Bichi; "como uno que teníamos en Ventas" y la voz llena de cascabeles.

Hablamos mucho de tu vida,  una pura y dura tragedia clásica, una aventura de compromiso, miseria, lucha, indecibles penalidades, atrocidades judiciales... el destino fatal, de perdedora en una guerra que hiciste, desde el primer día, todo lo posible por ganar y por lo que fuiste represaliada con todo el peso del horror de los primeros días de la victoria.

Anteayer nos dejaste, después de haber denunciado y contado tus vivencias, con rabia y dando testimonio, porque lo viviste en carne propia, de como fue la cruda realidad de la supervivencia de las mujeres y sus criaturas en las cárceles franquistas.

Ayer revisé las notas que guardo de nuestras conversaciones...ay Trini, que pena que te fuiste, que gran legado y enseñanza me dejaste.